Sería fantástico y maravilloso que tuviéramos un planeta, o aquello a lo que llamamos mundo, donde reinara la Paz.
En general los seres humanos pensamos que la paz es la no violencia, la ausencia de guerras, la ausencia de discusiones o debates, sin ir más allá, el no conflicto. Está bien pensado, con la ausencia o limpieza de todo lo dicho anteriormente la Paz saldría a flote, no haría falta nada más, ni nadie que luchara por ella, ni esos ejércitos que dicen estar concebidos para mantener la Paz yendo armados, ni el premio Nobel de la Paz tendría sentido, es penoso y triste que se premie una gestión para que haya Paz cuando ella misma es un estado natural.
La Paz era el estado natural de Ser antes de que se impuso el conflicto, y siempre estamos hablando de buscar y conseguir la Paz, ¿cómo vamos a conseguir algo que ya existe por si sólo?, esta propia búsqueda de la Paz sigue creando conflicto, grandes Estados quieren imponer la Paz a otros Estados que están en guerra, ¿imponer?, ¡donde haya dictadura hay que imponer democracia! ¿imponer?, queriendo la Paz por este camino soló seguiremos en el continuo conflicto.
Lastimosamente no conocemos la Paz, sabemos de su existencia, queremos conseguirla, decimos que la fomentamos pero sólo es una idea o un pensamiento para nosotros. Deberíamos preguntarnos que es verdaderamente la Paz, si un estado del Ser, una situación energética o quizás una sensación. Cuando tengamos respuesta, lo siguiente es tratar de ver si tenemos recuerdo en nuestra vida de haber experimentado el hecho que nos hemos respondido. Seguramente nos sorprenderemos porque hemos vivido pocos y cortos estados que nos recuerden a lo que nos han contado lo que la Paz es.
Para saber realmente lo que es la Paz, es totalmente necesario experimentarla, vivirla y comprenderla, si no, nos quedaremos con la idea mental de lo que creemos que es, pero como os he dicho en muchas ocasiones, las cosas no son lo creemos que son sino lo que sabemos que son.
Sabemos que el mundo es una extensión de nosotros mismos, somos el mundo, sin nosotros el mundo no tendría ningún sentido, esto es como una empresa; una empresa por sí sola es meramente un CIF, las empresas son las personas que la componen cada una en su cometido cuya suma da el perfil y la esencia de la misma empresa. Pues así funciona el mundo, cada uno de nosotros tiene un cometido y la suma de los mismos conforma el mundo, pero hay una diferencia con la empresa, no hay una dirección para obtener una finalidad conjunta, lo que hay son grandes necios en manos de otros necios que manipulan nuestros cometidos personales para su propio interés, y cuando hay manipulación hay conflicto y si hay conflicto no puede haber Paz.
Para experimentar la Paz hay que liberar el conflicto en nuestro propio interior, ardua tarea puesto que al ser duales el conflicto está servido, "soy esto y quiero ser aquello", "debo hacer esto pero quiero también hacer lo otro", "si hago lo que siento, se enfadarán este, ese y aquel", "si digo lo que siento no va a gustar" y un sinfín de situaciones mentales que nos mantienen en un permanente combate de ideas, opiniones e intereses. Todo esto nos aleja de la Paz, por eso la anhelamos.
Nuestra guerra interna se refleja en el mundo externo, genera más y más conflicto y ese propio conflicto externo genera más conflicto interno, ¿no es esto un bucle negativo?, ciertamente que si. Somos expertos en expandir lo conflictivo porque es más cómodo que gestionarlo en nuestro interior, nos han enseñado a que cuando hay un conflicto interno, llámese patología, enfermedad o inestabilidad hay que resolverlo de inmediato, hay una pastilla y un tratamiento médico para cada conflicto, solo hay que acudir a la medicina y zas! de un plumazo se erradicó el conflicto.
¡Pues no! El conflicto sigue ahí, solo está dormido y sigue ahí porque el tratamiento no ha resuelto realmente el problema, sino sus consecuencias y el malestar que nos producía, ok ya no tengo malestar y que bien que estoy, pero mi conflicto sigue y se despertará en cualquier momento que me encare a una situación externa que lo reviva. Esta tampoco es la verdadera Paz sino una anestesia.
La verdadera Paz yace bajo nuestros propios escombros llamados creencias, pensamientos limitantes, ilusiones, pretensiones, competencias y todo lo que sea un simple etiquetaje sin contenido alguno. Hasta que no limpiemos nuestra propia casa, o sea nuestro Ser, no veremos la Paz que se esconde bajo esa alfombra. Si en una casa somos tres viviendo en ella y cada uno limpia su habitación y una parte de los lugares comunes, la casa quedará limpia en su totalidad. Pues el mundo quedaría limpio si nuestro Ser estuviera limpio y aforaría la Paz que siempre ha existido.
¡Por favor, dejemos de buscar la Paz, limpiemos nuestro Templo y florecerá!
¡Un pacífico saludo!
Sinoé Sácher.
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